13 de mayo de 2011

Bloque II: La literatura de autor y los álbumes ilustrados

La literatura de autor, aunque sea anónima, tiene un autor.

Los álbumes ilustrados o de imágenes aúnan dos artes, la literaria y la plástica, por eso las ilustraciones están hechas con más detalle. Las imágenes están secuenciadas narrativamente, es decir, que tiene una secuencia lógica.

En la segunda mitad del s. XIX, la elaboración de los libros era muy costosa, solo iba dirigido a la clase con más poder económico.

A finales del s. XIX, aparece un señor que se replantea y decide que hay que abrir el mercado de la literatura infantil y crea su editorial llamada “Saturnino Calleja e Hijos”.

Saturnino Calleja inventa una nueva forma de hacer literatura, el concepto de libro de bolsillo (más barato, con una impresión peor, papel de mala calidad y más fino). Y decide sacar una serie de libros semanales que fuesen más baratos y que estaba más enfocado a la economía de la clase media.

Los “Cuentos de Calleja” siguen unas pautas específicas de la literatura infantil, como por ejemplo la función didáctica y, por tanto, la función de entretenimiento quedaría en un segundo lugar. En la última página del libro tenían pasatiempos, chistes...para poder desarrollar la función intelectual. Los personajes que aparecían en estos cuentos eran planos, es decir, no tenían psicología real, se definen sólo por un par de características que sólo le interesa al autor. Había dos tipos de cuentos: didácticos – ambientados en la realidad y didácticos – ambientados en la fantasía.

Cuentos de Calleja

Después se sigue con la idea de los libros baratos con las editoriales “Molino” y “Bruguera”.

Dentro de todos estos cuentos hay que diferenciar dos conceptos completamente distintos, que son:

- Querer ser como: Este es el concepto de los personajes planos, que ya anteriormente está explicado.

- Identificarse con: Perteneciente a personajes con una psicología real, que tratan temas con los que te sientes más identificado.

Salvador Bartolozzi creó a “Pinocho”, a “Chapete” y a “Pipo y Pipa” que eran marionetas, no eran reales, eran niños héroes.


Chapete y Pinocho

Pipo y Pipa
 Gracias a Elena Fortún, nos encontramos con la primera niña real de la literatura infantil, “Celia” (editado en 1928). “Celia” tiene psicología y a medida que la autora va sacando libros va creciendo (en el primer libro, la protagonista tiene 7 años).

En España durante los años 40, la gente ya no le interesa contar historia sino que, con el auge de la radio, preferían escucharlas y, a raíz de esto, se hacían seriales radiofónicos. Todo esto, llevaba a que, después de salir los personajes en la radio, salieran sus libros; unos claros ejemplos son: “La Tomasica”, “Matilde, Perico y Periquín” y, la famosísima, “Antoñita la fantástica”.



A principios de los años 50 aparece el primer libro totalmente ilustrado con el nombre de “Mari Pepa”. Este libro da pie a una serie de libros más finos (debido al coste), con más texto, mucho más color y que podían ser leídos tanto por chicos como por chicas. También en esta época aparecerán los cuentos troquelados. Este tipo de cuentos, en lugar de tener un formato corriente (rectangular o cuadrado) tienen una forma curiosa, en muchos casos bastante curiosa para los niños.

A partir de los años 70, la literatura empieza a ser reconocida con premios de literatura infantil y juvenil. El primer premio español fue “Marcelino, pan y vino”.

A raíz de estos acontecimientos, empiezan a aparecer libros en los cuales los personajes principales son niños y que reivindican su papel en la sociedad. El primer libro con estas características fue “Oliver Button”.

En los años 90, el mercado editorial cambia brutalmente y editan libros que quieren hacer arte, obras cuidadas y, sobre todo, que también sean para niños de 0 a 6 años.

En cuanto a la literatura extranjera del s. XX hay que nombrar a Jean de Brunhoff, que escribe el primer libro de literatura infantil para niños prelectores. El libro en cuestión es “Babar”.

·         Teatro:

El teatro cuenta con dos partes:

- Parte literaria: Hace referencia al texto en sí. Se caracteriza por las acotaciones y por poner los nombres de los personajes.

- Interpretación: Reproducción y, en algunos casos, adaptación del texto.

No existen autores de textos dramáticos para infantil, por tanto, tampoco habrá editoriales. Hay obras para infantil, pero no están publicadas, ya que para los niños prelectores es bastante complicada la lectura del mismo. Lo que si existen son materiales que favorecen la intervención de los profesores.

·         Poesía:

Hasta principios del s. XX, si se quería ser considerado un autor de poesía se tenía que tener dominado el ritmo, la rima...

Desde la Generación del 27, la poesía no tiene por qué tener rima (por eso utilizaban los versos libres), pero sí que tenía que tener ritmo. Varios autores de esta generación hicieron poesía en versículos, los cuales no había ni ritmo ni rima.

Algunas diferencias entre la poesía y la prosa son la riqueza de los recursos estilísticos, el impacto visual y que la poesía, en sí, es la expresión de nuestros sentimientos.

Estas características no se mantienen a la hora de la poesía infantil porque ésta sí que tiene rima y ritmo, ya que es muy importante para niños de 0 a 6 años, y en muchas ocasiones es narrativa.

A partir de los años 70, gracias a la Ley del 70, aparecerá el concepto de preescolar.

Los temas que, anteriormente a estos años, trataba la poesía eran:

- El niño y su madre: No estaban escritos desde la perspectiva del niño, sino de la madre.

- Conceptos: Físicos, abstractos, normas...

- Objetos domésticos

- Animales

- Épica: Se cuentan hazañas.

- Actitudes: No mentir, portarse siempre bien...

- Flores y plantas

- Tema religioso

En los años 60, aparece la poetisa por excelencia, Gloria Fuertes. Ella en un principio escribía literatura para adultos, poesía típicamente femenina, pero se da cuenta de que la poesía del momento era complicada y decide que hay que educar a los niños desde pequeños por el placer de la poesía.
Empezó a leer poesía inglesa y se identificó con el “nursery rhymes”, cuya característica principal es el absurdo. Hay un subtipo de poesía que varió de ésta, que es el “nonsense”, término acuñado por Luis Carrold (su obra más famosa es “Alicia en el país de las maravillas”).

Por tanto, Gloria empieza a crear poesía infantil que tuviese al niño como protagonista y cuya temática era el absurdo, cosa que les encanta a los más pequeños. Cambió, radicalmente, el fondo y la forma de la poesía, ya estaba más cerca del simbolismo infantil. Algunas de sus características son:

- Forma: rima fácil y sonora / juegos de palabras / ritmos marcados / brevedad /  juegos fonéticos / invenciones léxicas / onomatopeyas / adjetivos sencillos y evocadores.

- Fondo: narración cercana / concreción y síntesis / absurdo / personajes llamativos / fantasía / experiencias reales / niños o animales personificados / carácter lúdico / elementos mágicos.

·         Prosa:

Este género se tiene que ver desde dos perspectivas, una la del protagonista de la historia y la otra la del niño que lee la historia.

El niño protagonista ya no es un personaje plano, es simple y cercano, un héroe cotidiano, vamos que es niño “real” como otro cualquiera.

El niño lector, al ver que el personaje principal de la historia se asemeja con él en sus mismo intereses, el tipo de vocabulario que utiliza, el contexto en el que se encuentra y la psicología que tiene; hace que el niño lector reconstruya la historia y puede ponerse a sí mismo como el propio protagonista de la misma.

Los protagonistas de la historia pueden tener al comienzo unos valores negativos, pero cuando termine tendrán una evolución y los cambiarán por unos positivos. Algunos de estos valores pueden ser:

- Positivos: activos, abiertos, objetivos, extrovertidos, optimistas, alegres, emprendedores, adaptables...

- Negativos: pasivos, cerrados, egocéntricos, hipersensibles, descontentos, intransigentes, tímidos, excitables, apocados...

A continuación, veréis lo necesario para poder realizar un análisis de un libro infantil con un criterio adecuado.

Siempre tenemos que tener en cuenta al receptor (los niños). Una vez que nos hemos leído y visto el libro, tenemos que ver en qué edad/es lo ubicamos.

El emisor es el personaje que aparece en el libro y le transmite la información al niño (personaje con el que se puede identificar. En los casos en los que no pueda identificarse, el emisor sería el narrador del libro). Puede ser un emisor neutro, es decir, alguien que cuenta o describe algo que no se presenta ni nada y que el niño, de forma intuitiva, identifica con la persona que ve.

El tema tiene que ser algo que le importe de verdad a los niños, es decir, de manera natural.

Existen dos tipos de estructuras que se usan en los libros infantiles: planteamiento – nudo – desenlace (pueden existir también libros con final abierto, es decir, que los niños dicen el final que quieran) o la estructura acumulativa (hay una sola acción y poco a poco se van acumulando personajes a realizar esa misma acción o sus variantes). La mejor estructura es la que mezcla ambas.

El espacio y tiempo deben ser neutros (“había una vez...”) o si es concreto, tiene que ser conocido por los niños.

Las ilustraciones no deben ser estereotipadas para que los niños puedan desarrollar su creatividad. Éstas deben secuenciar la historia para que, si el niño coge el libro, pueda seguirla desde donde esté.

El lenguaje tiene que ser cercano a los niños, es decir, como ellos se podrían expresar en cada etapa de su vida. También hay que tener en cuenta que, para los niños de infantil, tienen que ser frases cortas y simples. El vocabulario tiene que esta adecuado a la edad a la que se dirige. El libro será mejor si el libro está escrito de forma literaria, con un lenguaje estético.

Los valores y contravalores hacen referencia a los aspectos positivos y negativos de los personajes que aparecen en los libros.

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